Valorar tu trabajo como higienista: una palmadita en la espalda no paga facturas.
Si trabajas duro, aportas ideas y aun así no te valoran, este post es para ti. Porque una palmada en la espalda no paga facturas… y tu esfuerzo vale más de lo que crees.
¿Te ha pasado alguna vez que estás dando mucho de ti y lo único que recibes a cambio es una palmadita en la espalda? Sabes que podrías dar aún más, pero simplemente no te valoran. A mí sí me pasó. Quería irme, pero me daba miedo no encontrar algo mejor. Al final me cansé de esperar un reconocimiento real y me fui, con miedo. Las ofertas que recibía apenas se diferenciaban entre sí por 200 euros —y seamos sinceros, ¿qué son 200 euros hoy en día?—. Cansado de lo mismo, me lancé a la aventura.
Y esto no pasa solo en nuestro sector. Es más común de lo que parece: hay trabajadores que dan el 200 %, aportan ideas, facturan bien y destacan, pero su sueldo sigue igual. Pasa un año y nada cambia. Ni un gesto, ni un aumento, solo una palmadita en la espalda. Estás dando el todo por el todo, estás invirtiendo horas y energía. No quiero una palmadita, lo que necesito es reconocimiento real: vacaciones, una subida de sueldo, algo que demuestre que mi esfuerzo se ve. Como consecuencia, te cansas, ves que nada cambia y acabas haciendo lo mismo que la mayoría: lo justo para ganarte tus 1.200 €. Pero si eres una persona competente, que trabaja bien, que resuelve, ¿Por qué encajar en un molde que no es para ti?
De trabajador modelo a “el malo” de la clínica
Si te cansas de la situación y te quedas, pasas a ser “el malo”, el peor trabajador. Se olvidan de todo lo que hacías antes, porque tu esfuerzo se daba por hecho y tu iniciativa se convirtió en costumbre. A veces incluso son capaces de seguir pidiéndote ideas… pero las ideas cuestan dinero. Deja de regalar tus ideas. Deja de recibir un “gracias” como moneda.
Todavía se da por hecho que para tener un buen sueldo hay que llevar años en la empresa, como si la antigüedad valiera más que la calidad del trabajo. Da igual si te partes el alma: el salario no se mueve. Y al final acabas creyendo que “así funciona”. Pero la lealtad no te paga el alquiler.
El valor está en la competencia, la iniciativa y los resultados, no en los años de silla. Muchas clínicas todavía operan con esa lógica antigua, donde el que pide un aumento “es problemático”.
Entender tu valor como higienista dental
Cuando entiendes el beneficio que aporta el higienista dental, te das cuenta de que eres una pieza clave y no solo un auxiliar (sin ofender a nadie). Por eso me fui, porque el trabajo que hacemos es importante, pero está mal enfocado. Con los años he aprendido que si en un sitio no te valoran, hay otros donde sí lo harán. Si tienes habilidades y capacidad para generar ingresos, otra clínica sabrá reconocerlo. Es mejor moverse que quedarse esperando.
La lealtad laboral no existe: si tu jefe te pudiese echar por baja facturación, lo haría sin pensar. Así que si las condiciones son mucho mejores, vete. No se trata de orgullo, se trata de valorarte profesionalmente. Tu energía no es infinita.
Valora tu tiempo y tu conocimiento
No hablo de ser arrogante ni de ir dando portazos. Hablo de entender que tu tiempo, tu conocimiento y tu esfuerzo valen dinero. Todo lo que has invertido en formarte, en aprender, en aplicar nuevas ideas para mejorar el trabajo: eso tiene valor. Si crees que mereces un mejor sueldo y puedes demostrarlo, pídelo sin miedo. Si no dices nada, se sobreentiende que estás conforme. Y si te dicen que no, busca otro sitio y vete.
Se trata de subir peldaño a peldaño, de no quedarte diez años estancado en sitio donde no te valoran.
Conclusión: nadie te va a dar más de lo que tú te atrevas a pedir
Porque la vida pasa, y al final te aburres de darlo todo sin recibir nada a cambio. Valora tu trabajo como higienista, porque nadie te va a dar más de lo que tú te atreves a pedir. Cuando te respetas y te valoras, los demás también lo harán. No estás para mendigar reconocimiento. Si no te lo dan, chao. Hay más sitios y más oportunidades.